Dejar de vivir a medias
Siempre me he preguntado desde donde viene nuestro afán por la comodidad, por lo estable, por lo seguro. Entiendo que evolutivamente ese énfasis nos ha permitido como especie mantenernos vivos en un planeta lleno de peligros y eventos inesperados. Pero hace bastante tiempo, la mayoría de nuestros peligros han cambiado de dimensión, se han movido desde lo real y concreto del hoy, hacia la especulación del “que puede pasar mañana” y no poder hacer un pronóstico duradero.
¿Y qué tiene de malo vivir buscando la comodidad? Nada en sí mismo, porque puede llegar a ser muy funcional también para la especie, si pensamos en personas que planifiquen y vivan su vida desde ese objetivo. El tema es que, para llevar una vida cómoda, tenemos que conformarnos con la Versión mínima viable de nosotros mismos, esa que se desarrolla que es capaz de valorar lo estable, desde el miedo a la pérdida y a la búsqueda de lo importante a través de los deseos de otros y no necesariamente de los propios.
Pero más grande que el miedo a vivir a medias tu potencial, está el miedo a fracasar al intentar cumplir tus sueños.
Y ahí nos quedamos, nos conformamos con ser lo que se supone que seamos y nos privamos del cuestionamiento fructífero que nos regalaría la osadía de pensar en grande.
Muchas de las personas que escucho a diario me hablan de la frustración y la inconveniencia de vivir con ilusiones y expectativas porque, según ellos, la decepción y la frustración que conlleva no cumplirlas es más grande que no tenerlas.
Y en eso estamos, desarrollando vidas que no nos decepcionan, pero que tampoco nos entusiasman.
Deci y Ryan, los autores de la Teoría de la Autodeterminación nos hablan de las necesidades psicológicas básicas: autoeficacia, autonomía y relaciones. Esto significa que, para sentirnos bien, satisfechos y entusiasmados, los seres humanos necesitamos que la vida que llevamos y las actividades que desarrollamos nos permitan: sentirnos capaces, que tenemos influencia en el medio y que somos parte de un mundo en el que podemos encontrar afecto y ser parte.
¿Y cuáles son ese tipo de actividades? Aquellas que nos permiten experimentar motivación intrínseca, es decir, tareas que nos convocan por sí mismas, más allá de los beneficios que nos entregan al terminarlas. Tareas en la que nos sentimos comprometidos, en las que se nos pasa el tiempo sin darnos cuenta, aquellas donde encontramos que fluimos.
Las actividades que nos permiten sentir motivación intrínseca son aquellas que nos gustan y nos desafían al mismo tiempo. Son las que nos entusiasman a desarrollar capacidades y habilidades nuevas, donde el esfuerzo se siente, pero se agradece. Son las acciones que nos permiten expandirnos hacia la Mejor Versión de Nosotros Mismos y encaminarnos a vivir la vida de manera completa…no a medias.
Mi invitación, en primer lugar, es a cuestionar profundamente el tipo de vida que llevas y si esta vida cumple tus expectativas y desarrolla ese potencial que sabes que tienes. En segundo lugar el camino se abre hacia el análisis de tus resistencias y miedos, identificar lo que te está frenando y haciendo hoy vivir una vida a medias…que es eso que temes perder y por qué aferrarte a eso es tan importante.
Pero si nuestro objetivo es hacer algún cambio en nuestra vida, necesitamos ir un poco más allá en nuestro análisis y preguntarnos cual es ese sueño que tememos soñar, pero que sabemos que perseguirlo requeriría ese compromiso y esa valentía adicional que no has tenido hasta ahora y que, claramente, requeriría el desarrollo de esa Mejor Versión de ti mismo.
Contestar estas preguntas va por el camino de ilusionarnos, de llenar nuestro corazón de expectativas y dopamina, de miedo a lo desconocido, incertidumbre y de incomodidad. De valorar el riesgo más allá de las certezas y el camino más que la meta.
La pregunta final que te hago es:
Si fueras sólo un 10% más valiente hoy de lo que habitualmente eres…¿que decisión incómoda te atreverías a tomar para encaminarte a tus sueños y a esa mejor versión?
¡Me encantaría escucharte! (Comentemos)
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