El líder auténtico y la inteligencia emocional
Fenómenos como la denominada “gran renuncia” – masivo éxodo laboral post pandemia en países como Estados Unidos, que se dan por diversas razones como la desconexión entre el propósito personal y el de sus empleos – demuestran que las personas se identifican cada vez más con líderes apasionados, que conecten con sus emociones.
Si aterrizamos al plano local, una reciente encuesta laboral realizada por la empresa de Recursos Humanos, Adecco Chile, evidenció que una gran parte de los colaboradores dejaría su empleo a causa de liderazgos poco cercanos o inspiradores, hallazgos que imponen una nueva meta tanto a las jefaturas como al ecosistema empresarial.
Los datos nos demuestran que, actualmente y de cara al futuro, la inteligencia emocional es una característica esencial para un líder exitoso, ya que es la materia prima que permite adaptarse al contexto, comprender el entorno, gestionar adecuadamente los recursos y tomar mejores decisiones.
En ese sentido, el estilo de liderazgo más asociado a la inteligencia emocional y a los altos resultados es el Liderazgo Auténtico, definido como un patrón de comportamiento que aprovecha y promueve las capacidades psicológicas positivas y un clima ético para crear autoconciencia, perspectiva moral interiorizada y transparencia relacional.
Considerando que esta habilidad es fundamental para motivar, inspirar y transmitir valores; y de igual forma captar y retener al mejor talento, llama la atención que todavía exista una percepción algo negativa al no comprender la diferencia entre ser “emocionalmente inteligente” – dar cabida a sentimientos genuinamente humanos – y ser “débil” al desempeñar cargos de alta responsabilidad. Por eso, históricamente, ha habido una desconexión entre los líderes y las emociones, quienes no han contado con los espacios necesarios para conocerlas, experimentarlas y asumirlas como un recurso de vida.
En la publicación Journal of Healthcare (2020) el CEO del Hospital General de Tampa (Florida) John D. Couris, hace alusión a 2 características claves en el desarrollo de una carrera de más de 30 años de un liderazgo que le permite ser altamente efectivo, conectado y honesto: la autenticidad y la vulnerabilidad. Estas características le han permitido generar una cultura de comunicación abierta, colaboración e innovación. Brené Brown, destacada autora e investigadora norteamericana, define la vulnerabilidad como “incertidumbre, riesgo y exposición emocional” y autenticidad como “la práctica diaria de dejar ir quien creemos que debemos ser y ser como realmente somos”.
Entonces, la pregunta es: ¿cómo podemos construir hoy este liderazgo auténtico? Y si bien la respuesta implica un sinnúmero de aspectos a considerar, su pie de inicio implica un camino de reflexión y autoconocimiento.
Por eso nos impactan tanto los grandes mentores y por mucho tiempo seguirá siendo así. Aquellos que no dudan en recibir la posta en momentos donde todos piensan salir corriendo, a expresar sus temores y de mostrarse –abierta y honestamente– vulnerables.
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