account_circle Por: Carmen Luz Morales, Gte. Desarrollo Estratégico, People & Partners

access_time 19 · 10 · 2017

En ocasiones cuando el día a día pesa y nos montamos en un modo funcional de inercia, en el que somos incapaces de modificar por nosotros mismos el estado de movimiento o de reposo en el que nos encontramos, nos acomodamos a esa sensación de aparente control y quietud cuando esta rutina nos mece y nos acuna, y caemos luego en el estado de dormidos ante la vida; es más fácil continuar en piloto automático y manejar una jornada similar a la anterior que reflexionar ante la ausencia de motivos.

¿Te has preguntado cual es el costo de oportunidad que pagamos día a día por esa comodidad?

¿Qué experiencias estoy dejando de vivir? ¿Qué sensaciones estoy dejando de experimentar?. Si hay un costo ahí y lo pagamos diariamente aunque nuestro estado de ceguera nos impida dimensionar las utilidades no recibidas.

En esos momentos, una buena frase puede transformarse en el punto de inflexión exacto para poder despertar. Aquí una de mis favoritas. Corta, profunda y obliga a actuar.

Somos arquitectos de nuestro propio destino. Albert Einstein.

Cuanta responsabilidad encierra esta frase. ¿Y si la vida fuera una maqueta que planos estamos haciendo hoy para conseguir nuestro propósito? ¿Cuando fué la última vez que hice algo por primera vez? ¿Cuando fue la última vez que identifique cuales son mis sueños?

El destino se construye con los planos que trazamos en el presente, soñar en el presente nos permite establecer un camino, un paso a paso, nos hace sentir vivos, sin embargo ante una buena idea o un buen prospecto tendemos a dejar entrar pensamientos en nuestra mente que sabotean nuestros objetivos, es cierto que hay variables imposibles de sortear y un riesgo no diversificable que podría desviar los resultados esperados, pero matemáticamente no es más que una probabilidad… Por lo tanto no hay excusas para no hacer una pausa reflexiva…

Recuerdo un momento hace dos años luego de un duro proceso perdida y crecimiento personal, haberme planteado una de pregunta tan básica pero tan difícil de responder … ¿Qué quiero?… ¿Qué es lo que realmente me gusta? No me había dado cuenta lo inmersa que estaba en un mundo totalmente circunscrito, mientras mi fuerza se veía replegada en medio de una innecesaria conformidad.. Que quiero para mí, la pregunta llegó a toda velocidad y se quedó plasmada en mi frente. ¡Hacía tanto que no me hacia esa pregunta! Ninguna respuesta me dejaba conforme…

Entonces me di cuenta que es más fácil hacer el plan estratégico para una empresa que hacer uno para nuestra vida.¡Y eso que en nuestra vida no hay directorios!

Tome mi celular y comencé a escribir mis objetivos Y mis propósitos, y al hacer match la situación actual , ahí estaban ante mi todos los Gap, que debía solucionar … Estoy en el punto A y quiero llegar al punto B, que paradoja, nunca tuve la determinación necesaria para tomar el camino que me llevara al segundo punto, era más fácil autoconvencerme que B no siempre era tan atractivo, o no era para mí, que cambiar la ruta… Einstein también decía “si quieres resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”… ¿Y donde estuvo Einstein Todo este tiempo?

Y en consecuencia con esta reflexión le entregue a esa lista un rol esencial en mi vida, porque la decodifique como el mayor de mis regalos en ese proceso; hoy he cumplido un 10% de los que ahí escribí, entre otras cosas encontrar un trabajo que me enamore y sea a fin con mis propósitos. Cada idea es un proyecto, cada proyecto tiene un riesgo, tengo cuidado de aplicar bien la tasa de descuento, para cada proyecto mi aval es mi propia convicción y el universo, y aun me queda un 90% de ese portafolio por cumplir y el resto de la vida para experimentar…

Esa es la diferencia de vivir y sentirse VIVO.

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