account_circle Por: Carolina Aros, Social Media Manager, People & Partners

access_time 03 · 05 · 2018

Por regla general, solemos ver la soledad como algo amenazante. El hombre al fin y al cabo es un ser social y biológicamente es imposible que sobreviva fuera de una sociedad. Aprendizajes, costumbres, hábitos, comportamientos y relaciones llevan al hombre a la vida que se entiende como humana.

Si llevamos esta reflexión a la vida laboral, liderar equipos de trabajo es tremendamente enriquecedor – por muchas razones – pero también consume una gran cantidad de energía y tiempo. Entonces ¿en qué momento uno se dedica a si mismo profesionalmente?

Un director de orquesta pasa gran parte de su tiempo coordinando los ensayos, llevando el tiempo de una pieza a la perfección y resolviendo desacuerdos entre los músicos, pero no dedica el 100% de su semana a hacer solo eso. Personajes como Daniel Barenboim o Simon Rattle, genios de la música, probablemente destinan un porcentaje importante de su tiempo a entender sus propios ritmos y movimientos además de estudiar la profundidad de cada pieza musical.

Conozco a muchos empresarios que trabajan una tarde o un día completo desde su casa para que “nadie los interrumpa”, porque finalmente cuando eres el director de tu propia orquesta, inevitablemente querrás supervisar a cada músico. Ahora, ¿es correcto escapar de la interrupción?

Creando una isla de productividad.

Nunca me ha gustado la idea de trabajar cinco días a la semana y descansar dos. Amo lo que hago profesionalmente y por lo mismo no suelo separar el trabajo de mi vida. ¿Soy la única que disfruta leer su bandeja de entrada un domingo por la mañana con un café de grano recién hecho? Lo dudo. Sin embargo, tener 3 empleos y un equipo de 5 personas a mi cargo, puede consumir agresivamente mi semana e impedirme avanzar con mis propios proyectos.

Es por eso que desde hace algún tiempo decidí dejar un día de la semana como mi día libre, o como mis compañeros lo denominan, el día de la “isla de productividad”. Ojo, que sea libre no significa que me vaya a un spa o de shopping, por el contrario, es un momento donde trabajo a fondo, dedicada al 130%, pero en mis cosas. Lo hago desde cualquier lugar, un café o mi oficina en casa, lo importante es no agendar ninguna reunión y por ningún motivo darse una vuelta por la oficina. Acá mis razones y el por qué creo que todos deberían hacerlo:

Es una oportunidad para enfocarte en tus propias responsabilidades: Saber que estoy al día con mis compromisos me permite crear nuevas oportunidades y disfrutar ese proceso.

Es el mejor momento para pensar en lo que estamos logrando como equipo: No estoy pendiente de si respondieron un correo o si revisaron la propuesta. Esas cosas son lo que articula el día a día, pero no son el corazón del negocio.

Es un bien momento para reflexionar si lo que haces, te hace sentido: Es sano tener un par de horas para escucharte a ti mismo, almorzar rico con algún amigo o partir el día haciendo una rutina de yoga. Regalarte tiempo es mejor que cualquier bono.

Es importante destacar que uno jamás está 100% aislado, porque el trabajo es un lugar donde siempre aportas valor a otras personas y viceversa. Si no pasa eso, no pasa nada. La tecnología es un buen partner para no perder eso, herramientas con Skype, Slack e incluso WhatsApp personalmente me permiten mantener ese contacto social sin invadir mi isla productiva.

Según estudio, el 61% de los chilenos sufre de estrés laboral. Parar bajar esa cifra, expertos recomiendan el auto cuidado para lograr una correcta proporción entre el entorno laboral y personal, pero ¿por qué separar ambos mundos cuando puedes regalarte un día para disfrutarlos juntos?

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