account_circle Por: María Cecilia Alvarez, Career Partner, People & Partners

access_time 01 · 12 · 2018

Siempre se escucha y se lee en todas partes, la importancia de incluir diversidad en nuestra cotidianeidad, no sólo en las personas que la conforman sino también en el pensamiento que cada cual desde su identidad puede entregar. Esto sin embargo, no se refleja demasiado en lo que la realidad nos muestra.

Por un lado, en las Empresas se organizan Brainstorming para promover una lluvia de ideas diferentes de las cuales se puedan obtener nuevas y originales conceptos para implementar en el futuro, y para ello, los equipos de trabajo se concentran en un centro vacacional por un par de días, lejos de la oficina, es decir, generando un retiro organizacional, para que nada impida esta iluminación que hemos decidido vivir en una determinada fecha del calendario, con el título de Sesión Estratégica o similar.

Por otro lado, en las reuniones regulares, las del día a día, cuando aparecen visiones distintas, que pueden cuestionar o no aceptar del todo lo que se plantea, se rechaza, a veces de una forma cordial y otras veces con el mayor desprecio, porque cuando no se está en un espacio de brainstorming, los planteamientos resultan conflictivos, fuera de lugar y menos tolerables.

Lamentablemente, muchas organizaciones mantienen estas prácticas, esperando que por un lado, sus colaboradores sean propositivos, tengan iniciativa, se la jueguen por su Compañía, cuando el costo muchas veces puede significar maltrato, a veces explícito y otras encubierto, increpándolo o aislándolo, etc. Es antiguo lo de “no maten al mensajero”, pero creo que en nuestra cultura se les sigue matando, como asociando un mensaje que no nos gusta, al que lo hace ver, haciéndolo culpable de la mera manifestación. ¿Dónde está la coherencia para promover la elaboración de ideas y saber recibirlas? ¿Se tendrá que generar discusión sólo cuando estemos seguros de que nos gustará todo lo que se diga?

Las Compañías gastan dinero, esfuerzo y tiempo en identificar a profesionales que tienen algo que decir, que pueden agregar valor desde su propia concepción de ciertos temas, áreas, o de vida. ¿Por qué entonces, se desperdicia ese potencial, anulándolos o coartándolos?

En muchas de las sesiones de Talleres que me corresponde desarrollar con altos Ejecutivos, hemos comentado el tema de la Asertividad, de lo poco que se fomenta y de lo difícil que resulta en nuestra cultura decir No, o No me gusta, o No estoy de acuerdo porque puede sonar e interpretarse como antagónico.

Por otra parte, se critica a nuestra idiosincrasia por pacata o doble estándar, pero esto se promueve. A las personas les resulta más llevadero y conveniente repetir opiniones que la mayoría aceptará, que generar pensamientos nuevos, sobre todo cuando pueden resultar disruptivos. Es decir, se sigue fomentando el cliché, o irse a la segura con “lo políticamente correcto”.  Se llega a confundir el rechazo de una idea con el rechazo a la persona, lo que altamente incorrecto. Cuando se generan discusiones, todas las ideas serán valiosas por cuanto aun cuando existan las no apoyadas, servirán para ya descartar un camino tras su evaluación.

Creo que lo que estamos viviendo como sociedad, con altos niveles de agresividad y violencia, mucho tendría que ver con esa falta de aprendizaje en decir y opinar, tras mucho tiempo de guardar y omitir. Cuando la asertividad no se practica de modo permanente, puede ocasionar resentimientos, y al momento de que se exprese, puede no ser de la manera más adecuada porque lo que se ha venido guardando se va acumulando.

Es decir, si queremos promover una cultura de discusión constructiva, deberíamos alentar a que todos aprendan a decir, de manera respetuosa y no por eso no apasionada, lo que cada uno tiene para decir, y por otra parte, debemos aprender a aceptar que nuestras opiniones no serán siempre apoyadas por todos, y eso es justo el valor que tiene la comunicación.

Desde la plataforma organizacional, todos tenemos un rol que cumplir en la generación de nuevas formas de construir la realidad, sobre todo si se está en posición de liderazgo o de autoridad.

Es entonces esperable que lo que decimos que buscamos instalar, se inicie con las acciones individuales que cada uno tendrá oportunidad de generar, para que empecemos a ser esa Sociedad que decimos, queremos. Por mi parte, estoy lista para aceptar si no les gustó mi artículo!!

 

* “Matar al mensajero” es una frase metafórica que se refiere al acto de culpar a una persona que trae malas noticias en vez del autor de las mismas. Anteriormente, los mensajes eran enviados por un emisario humano. A veces, durante la guerra, por ejemplo, se enviaba a un emisario desde un campamento enemigo. Un combatiente provocado fácilmente después de haber recibido dichas noticias podía desquitar su ira con más facilidad en el mensajero que en el responsable de las malas noticias. (Wikipedia, Enciclopedia Libre)

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