access_time 18 · 06 · 2015

Por María Cecilia Alvarez, Career Partner de People & Partners

Existen cada vez más, numerosos mecanismos de evaluación psico-laboral que pretenden predecir el comportamiento de una persona en el futuro, lo que se considera como un factor clave al momento de seleccionar a alguien para una posición. De esta forma, variadas modalidades de tests, con largas y agotadoras horas para los candidatos, buscan estar completamente familiarizados con el perfil del potencial ocupante de un cargo.

Sin embargo, existe una variable que de forma permanente, es la que está mediando la proyección, el éxito y la estabilidad del elegido… Lo natural es pensar en la variable Desempeño, sin embargo, el conocimiento empírico y las estadísticas que se pueden conocer trabajando en Outplacement, indican claramente que el permanecer en un trabajo, o más bien, el dejar de permanecer en él, o en una organización, tiene que ver con aspectos bastante menos objetivos, hasta menos profesionales, menos “tangibles”, y tiene que ver directamente con lo Afectivo.

¿Qué significa esto? Lo afectivo puede tomar distintas formas, como el sentir rechazo hacia una persona, o hacia actitudes de esa persona, o formas de hablar de ese otro, palabras que usa, gestos que tiene, tono de voz que utiliza, puede tratarse de una variedad importante de detalles que hacen que alguien resulte desagradable para otro, o molesto, o inquietante, o perturbador, o intimidante, o cero inspirador, etc. Quizás ni siquiera pueda identificarse con claridad qué es exactamente lo que no calza o lo que perturba, pero sólo se “siente”, se “percibe”, inexplicablemente “se sabe”, y al correr del tiempo, ambas partes “saben” que algo es incómodo entre los dos, y que muchos han llegado a denominar eso como “química”.

Parece inexplicable que un proceso de selección pueda tomar meses, puedan participar numerosos entrevistadores, se requiera de tantas aprobaciones…y que por otro lado, al momento de “desvincular”, no se requiera de igual número de participantes en la decisión, ni tantas evaluaciones, ni siquiera muchas veces se considera los resultados de desempeño de alguien, porque el “no me gusta” o “no quiero trabajar con él” pesan más que cualquier dato, cualquier resultado…

O incorporamos en las Evaluaciones de Desempeño la variable “química” como un factor clave y determinante en la vida laboral de un profesional, o seguimos haciendo como que ésta no existe porque es muy “poco profesional” o “subjetivo” como para que alguien respetable la utilice como factor para la toma de decisiones.

Quizás es momento de dar la justa valoración a nuestro Perfil Persona, que sobrepasa el Perfil Laboral, porque las personas tenemos una forma de ser que se manifiesta mucho más allá de los requerimientos de demostración, que tiene que ver con nuestra historia, nuestras creencias, nuestras prácticas, nuestra cultura, nuestras expectativas, etc.

Cabe señalar además, que nuestro efecto sobre los otros no siempre es el mismo… De hecho, una misma característica, que como casi todo, es Neutra, puede ser considerada como COMPETENCIA en algunas organizaciones, o puede ser considerada como DEBILIDAD, en otra, siempre en relación con el tipo de cultura que han generado las personas ahí, con los valores que promueven, o más bien, en cómo los valores son priorizados unos frente a otros. En general, es mi experiencia que en general las personas buscan y promueven los mismos valores, sin embargo, cómo pueden estar unos por sobre otros en el ranking de priorización, es lo marca definitivamente las diferencias culturales. Todos buscamos Libertad, todos buscamos Seguridad, ¿pero qué privilegiaremos si de elegir se trata? ¿Libertad por sobre Seguridad o Seguridad por sobre Libertad?

¿Quién es tan profesional que permanece inalterable frente al efecto de los otros?

¿Cuánto pesan los afectos al momento de terminar una relación laboral?

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