account_circle Por: Tania Villarroel, Career Partner, People & Partners

access_time 12 · 02 · 2019

El Físico chileno César Hidalgo hace una gran distinción acerca del conocimiento. Se refiere a él como un saber hacer que, además, es social y se difunde lentamente a través del trabajo en equipo durante períodos prolongados de tiempo. Afirma que el conocimiento está almacenado en redes de personas. Su consejo hacia la juventud es: Aprender a Aprender cosas difíciles de manera recurrente. Simplemente porque los saberes van cambiando rápidamente a través del tiempo, sobre todo con la aceleración de la tecnología.

Pero su aporte va más allá, porque reconoce la importancia de generar formas de hacer que la cantidad de información que almacenamos a cada instante, pueda ser procesada y entendida por nuestra mente de tal manera, que nos permita integrarla efectivamente en nuestros procesos de toma de decisiones. Aquí aparece el concepto de Bigdata, palabra que hasta ayer me era desconocida y que hoy toma una gran relevancia en el cambio acerca de como los seres humanos nos relacionamos con la tecnología y las posibilidades que ésta nos entrega para comprender mejor al mundo.

Mi pregunta es: ¿qué hace que una persona tenga una actitud de resistencia a la tecnología versus una que se emociona con los cambios?

Y acá nos encontramos con la Ley de Difusión de la Tecnología de Everet M. Rogers, autor que es reversionado por Simon Sinek, quien se encarga de explicarnos que hay, en esta materia, 5 tipos de personas: Innovadores, Visionarios, Mayoría precoz, Mayoría Tardía y Rezagados.

Si comparamos a los Innovadores versus los Rezagados, la diferencia concreta es que los Innovadores buscan agresivamente nuevos productos e innovaciones, mientras que los Rezagados compran el producto o adhieren una idea cuando ya no hay más remedio.

Entonces es válido preguntar: dentro de estos 2 extremos y las posibles posiciones que adoptemos entre los mismos, ¿se está definiendo hoy en día el tipo de persona que somos?

Creo que, si bien no es todo lo que nos define, sí creo que cobra más relevancia en término de lo que los demás perciben y enjuician sobre nosotros. Nuestra aversión/adhesión a la tecnología nos está clasificando socialmente como personas atractivas/no atractivas tanto para con quienes nos relacionamos, como para las organizaciones en las que trabajamos.

Cada día soy testigo de la preocupación de personas mayores de 45 años ante la incertidumbre de volver a emplearse por temas de edad. Escucho frases como “a esta edad es muy difícil encontrar un buen trabajo”, “las empresas no valoran nuestra experiencia”.

¿Será la edad el límite? Personalmente creo que es la apertura hacia lo nuevo, hacia la experiencia. En este momento de la historia de la humanidad, lo nuevo, lo que está cambiando rápida y constantemente nuestra vida es la tecnología. Por lo tanto, la evaluación sobre nuestra capacidad de adaptación tiene que ver directamente con esta dimensión, si eres mayor de 45.

Entonces, ¿Para qué sostenemos la resistencia si es evidente que, en palabras de un “rezagado” ya no hay más remedio y tengo que adoptar esta nueva forma de operar en el mundo? ¿Qué es eso que nos frena y nos hace mirar a los más jóvenes como entes extraños y juzgarlos apresuradamente por su inclinación hacia nuevos modelos de celulares y su gusto por los juegos de video?

Cuando conocí Immersion de César Hidalgo, mis necesidades de optimizar el manejo de la información sobre redes de personas, abrió una puerta que veo difícil de volver a cerrar. Y desde ahí, desde mi experiencia con una tecnología que me hizo total sentido, puedo decir que considero que es el elemento del propósito, el fundamento sobre el cual creo debe basarse la gestión personal sobre el cambio tecnológico.

Existe tecnología que facilita mi trabajo y mejora mi calidad de vida. No necesito adoptar tecnología sólo por la novedad. No pretendo que mi categoría sea la de Innovador, ni siquiera aspiro a estar entre las 3 primeras divisiones de Rogers, pero sí aspiro a tener una mirada más abierta, más integradora, más curiosa acerca de una herramienta que realmente está cambiando el mundo y las personas que lo formamos. No sólo porque nos abre posibilidades en términos de productividad, sino en cuanto a lo que somos capaces de entender de este mundo complejo y fascinante.

Dudo que las personas quieran cambiar por cambiar, ni porque ya no queda otro remedio. También me preocupa que con el tiempo reduzcamos a una persona a su relación con la tecnología. Pero si enfoco el cambio desde el sentido propio, creo que es más fácil adoptar una apertura facilitadora que nos abra oportunidades más allá de lo que hoy somos capaces de imaginar.

La invitación está hecha, el sentido está en tus manos.

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