access_time 14 · 04 · 2015

Ya ha pasado el verano.  Para muchos ejecutivos, atrás quedaron los días de vacaciones, de desconexión, de nuevas aventuras, de compartir vivencias y experiencias en torno a una buena conversación, un buen asado y unos ricos mostos.

Marzo y abril los vuelve a conectar con su día a día,  y a pesar de que intentan no volver a caer en las manos de la complejidad de la rutina habitual, algo les ocurre que se les hace difícil.

Uno de tantos de estos ejecutivos termina su día después de largas y abundantes reuniones, intentando despejar la bandeja de entrada del correo, contestando las llamadas perdidas del celular, una que otra respuesta a mensajes por WhatsApp, revisando reportes y presentaciones de power point e intentando planificar para salir de los asuntos pendientes. Pero se hace tarde y regresa a casa intentando llegar a tiempo para poder cenar en familia.

Llega la hora de descansar y antes de dormir intenta leer un libro de cuentos para despejar la mente y desconectarse.  Con suerte, lee un par de páginas y el cansancio le gana la batalla a su estado de vigilia, sumergiéndolo en un profundo sueño.

En ese estado de ensoñación pierde la noción del tiempo.  No sabe si es pasado, presente o futuro. Se encuentra en un lugar que le parece conocido pero no sabe por qué.  Es como un reino donde hay mucha gente reunida que comenta una nueva declaración del monarca de turno:

“En este reino los súbditos no son lo más importante” – Todos hablan, algunos gritan, otros se miran callados sin entender lo que leen o escuchan.

“¿Qué es entonces lo que más importa?”- Y entonces terminan de leer El Nuevo Heraldo, que en su párrafo final dice: “Hacer crecer los tesoros del rey, es lo más importante.”

Uno de los súbditos se inquieta y decide salir a buscar en otras comarcas las riquezas que cada uno puede aportar para hacer crecer el tesoro del rey.  Cruza una montaña y se encuentra con la primera comarca, la comarca SER, y se reúne con un súbdito y le pregunta:

“¿Cuál es la principal riqueza de tu comarca que le pueda ayudar al rey?” – Lo mira y responde: “Nuestra riqueza es la libertad y el sentido de propósito para hacer”. 

Cuando intenta preguntar más, el personaje  se da vuelta y continúa su andar.  Sin más,  decide seguir camino a una nueva comarca y llega a PER.  De nuevo la misma pregunta a un miembro de la comarca y éste responde:

“Nuestra principal riqueza es que todos somos talentosos y compartimos nuestras inteligencias; la cognitiva, emocional, social y espiritual” – “Pero, ¿Cómo lo hacen?” – No hay respuesta.

El súbdito ya se ha marchado.  Se hace un poco tarde y decide continuar.  Pasa un valle, un lago y se acerca a la comarca SO, donde plantea la misma pregunta a un nuevo súbdito:

Nuestra riqueza es no conformarnos con las competencias reales y reconocer nuestra ignorancia ilustrada y desarrollar nuestra sabiduría y competencias esenciales para vernos, vincularnos, escucharnos y compartir las cosas tal como son y en su contexto”- responde. 

No alcanza a preguntar más y antes que caiga la noche decide llegar a la última comarca, llamada NA.  Encuentra poca gente a esa hora pero aun así logra conectarse con alguien, quien ante el mismo cuestionamiento responde:

“La riqueza comienza con co.  Es una comarca donde abunda la confianza, colaboración, coordinación, compromiso y mucha conversación” – y se despide diciendo buenas noches.

Busca un hostal donde quedarse y se pasa la noche pensando qué hacer al regreso. Comienza a revisar lo sucedido durante el día y lo aprendido en el camino; rememora su recorrido por todas las comarcas – SER-PER-SO-NA – y como si recibiera un rayo, se llena de entusiasmo y se dice:

“¡Ya tengo el nuevo elixir para el reino! Unir las riquezas de todas las comarcas en beneficio de los tesoros del rey”. 

Duerme tranquilo y se llena de valentía real y de realeza, para a su regreso presentarse ante la corte a compartir su hallazgo con el resto de los nobles.

En ese momento, suena el despertador.  Un nuevo día. Sube al auto y en medio del taco habitual, planeando la nueva jornada, comienza a recordar su sueño de una noche otoñal:

¿Qué pasaría si en mi empresa se declara que las personas no son lo más importante?

¡Y se le viene a la memoria! – El principal tesoro del reino es la unión de todas las riquezas de las comarcas

–SER-PER-SO-NA –

“¿y qué puedo hacer?  ¿Es necesario salir a recorrer?…”

 

No creo que sea necesario salir a recorrer porque desde nuestra moderna información ya sabemos lo que necesitamos saber (tal vez hoy tenemos la generación de ejecutivos más ilustrada en términos de gestión y liderazgo), por lo mismo esta es una invitación a despertar la valentía real a través de nuestra sabiduría esencial de ser personas.

Victor Hugo Badilla

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