account_circle Por: Rodrigo Perez, Career Partner, People & Partners

access_time 17 · 12 · 2018

Un cierto lugar común entre los profesionales de las Ciencias Sociales es la afirmación que quisiéramos nos caracterice, es ser agentes de cambio. Investigamos, trabajamos, hablamos y compartimos nuestra pasión por ayudar a personas, grupos y organizaciones en transitar de un estado a otro, que esperamos se constituya en un espacio de desarrollo, de bienestar y logros.

Esta Navidad se cumplen dos años y medio desde la publicación del informe “Orientaciones Técnicas y Estándares para procesos de Reclutamiento, Evaluación y Selección de personas en contextos laborales”, elaborado por la Sociedad Chilena de Psicología del Trabajo y las Organizaciones. El documento aspira a ser un referente deontológico fundado en dos premisas: que la praxis profesional debe basarse en teorías, modelos y herramientas validadas por la ciencia psicológica y, considerar un respeto irrestricto por las personas. El documento en cuestión facilita la identificación de buenas y malas prácticas en el contexto del reclutamiento, selección y evaluación psicológica en el contexto laboral, busca facilitar los procesos formativos y la reflexión de la temática para influir en la práctica profesional y en políticas de estado.

Durante el último período con satisfacción y esperanza, he ido observando como progresivamente, con aciertos y errores, un número significativo de organizaciones públicas y privadas han ido avanzando en la aplicación de los elementos centrales de las Orientaciones. El reporte entregado por personas en transición laboral, sometidos a procesos de selección, ha ido reflejando la instalación progresiva de los principios, esto es estructuración de los procesos, uso de herramientas de evaluación y técnicas de entrevista, aparecen consistentes con las Orientaciones (cosa que debiera ser estudiado para confirmarlo). Sin embargo, con similar frecuencia, el relato de candidatos reseña el uso de modelos, prácticas y herramientas, que debieran estar en desuso, no sólo por alejarse sustantivamente de las Orientaciones, si no porque en varios casos existe evidencia sustantiva de la baja capacidad predictiva de las herramientas usadas, en otras palabras, no sirven para el propósito usado.

Al referirse a la resistencia al cambio solemos escuchar la frase “abandonar nuestro espacio de comodidad”, la verdad es que es más duro que sólo la comodidad, para muchos adoptar las Orientaciones supone abandonar el espacio de competencia profesional que han desarrollado y dominado por años, comprender y validar nuevos referentes conceptuales, aprender y desarrollar nuevas competencias, con el desafío de aprender y desarrollarnos en un campo que ahora no dominamos.

Este es el desafío, los agentes de cambio estamos desafiados en un campo que nos define y estructura. Hay luces de esperanza, pero todavía queda camino por andar.

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