account_circle Por: María Cecilia Alvarez, Career Partner, People & Partners

access_time 06 · 06 · 2018

Estamos en un ciclo del universo, en donde lo social, los derechos, lo humano se considera como de la máxima relevancia. De hecho, en nuestro país hay un Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. ¿Qué significa eso? Que se está trabajando en políticas públicas el tema de que las personas tengan las mismas oportunidades, sin considerar ciertas “características” que son propias de alguien, que no son susceptibles de ser cambiadas y que en general, no atentan el poder desarrollar una actividad o ejercer un derecho, etc.

Así, nos encontramos con leyes que obligan a través de cuotas a incluir mujeres, leyes para incluir un porcentaje de discapacitados o con habilidades diferentes, leyes para incluir ciertas etnias, etc. en el ámbito escolar, en el mundo laboral, en lo político, así se continúa engrosando cada vez más la lista de esta diversidad, y de la ahora de moda “inclusión”.  

En este sentido, y desde una mirada netamente organizacional, puedo decir que el tema de la edad, está haciendo sentir a aquellos que buscan trabajo, una incomodidad en relación a los años de vida. Un sentimiento de “no ser adecuado” para un determinado puesto de trabajo, por el solo hecho de haber festejado ya, varios cumpleaños. ¿Por qué debería ser un tema la edad? ¿Qué pasa en las capacidades de alguien al cumplir 50 o 60 años? ¿Vencen? ¿Expiran? Con toda propiedad se puede afirmar que esto no es así. De hecho, el promedio de edad de los Mandatarios del mundo, es de 58 años, es decir, bastante más cerca a los 60 años, y al menos al finalizar su mandato, ya habrán sobrepasado ese límite.

¿Por qué si para gobernar un país, esa edad superior a los 50 y 60 años no es algo negativo, para ejercer un puesto dentro de una organización, que está dentro de una industria, y que abarca un área, sí lo es?

Es completamente contradictorio, y no se sustenta en ninguna lógica. Somos todos testigos de que siempre podremos encontrar jóvenes con actitudes de viejo, es decir, con actitud que es poco innovadora, reticente al cambio, rígido, con poca energía, y también seguimos encontrando “viejos” que mueven el entorno con su energía, que están a la vanguardia en la tecnología, que están dispuestos a cambiar el mundo y a si mismos, etc., lo que sería un sinónimo de juventud.

¿Por qué si hablamos de INCLUSIÓN se podría creer que significa privilegiar a un grupo por una consideración etaria en perjuicio de otro?

Nunca he sido partidaria de que las mujeres tengamos cuotas de participación en las empresas o en el parlamento o donde sea porque creo en la meritocracia, independiente de su género, sin condescendencias y además creo que el establecer cupos refuerza esa “inferioridad” que no debería existir, es decir, refuerza la base que existiría para la discriminación que tanto se busca erradicar.

Lo que deberíamos insistir en privilegiar, son las competencias que una persona es capaz de desplegar en el desempeño de un cargo, sea que se den de forma natural o hayan sido adquiridas, lo que obviamente, no tiene ninguna relación con una edad determinada.  

VIVAMOS EN COHERENCIA, RESPETEMOS LA DIVERSIDAD APROVECHÁNDOLA EN ESTA INCLUSIÓN DONDE TODOS DEBERÍAN CABER.

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