account_circle Por: Mónica Burgos, Consultor Senior, People & Partners

access_time 21 · 05 · 2014

“Me acaban de desvincular, me echaron de la pega… Sí!… tengo miedo!”

¿Qué es el miedo? Como palabra la podemos describir como una perturbación negativa del ánimo, ya sea por un riesgo real o imaginario a la nueva situación que enfrentamos. Cuando una persona es desvinculada, sabemos, por experiencia personal y observada,  que muchos miedos van a aflorar en el proceso, especialmente si es nuestra “primera vez”. Es cierto que algunos miedos tienen un fundamento real, pero la gran mayoría de los miedos que observamos, vienen del imaginario de la persona. Vivimos en tiempos de mucho dinamismo, donde los paradigmas han cambiado, la estabilidad ya no es el valor, y es esperable que las organizaciones empleen y desvinculen personas con mayor flexibilidad y frecuencia. De hecho, entre profesionales sobre los 40 años, son pocos los ejecutivos que no han vivido un proceso de desvinculación. Hoy en día, es parte natural de las dinámicas del mercado. Es normal quedar desvinculado. A cualquiera nos puede pasar. No es personal. Pero cuando es mi primera vez, cuesta reconocer esto último, y se asume como algo muy personal, que por cierto… si es la primera vez… es el miedo a una nueva experiencia… a lo  desconocido… miedo a mí mismo en este estado.

Cuando en People & Partners recibimos a un profesional/ejecutivo en transición laboral, podemos reconocer esos miedos que comienzan a manifestarse. Generalmente, son miedos parecidos, vividos a su vez, en forma muy personal y podemos describirlos claritos desde nuestra experiencia como consultor, manifestados de diversas formas según cada persona.

A continuación el top 3 de los miedos de la transición laboral (hay más) y algunos consejos sobre cómo combatirlos.

1. “¿Dónde está mi identidad?”

Las personas que han obtenido cargos de poder, se identifican de sobremanera con el rol que han obtenido; caminan como gerentes, hablan, deciden, ejecutan con el poder, y es así que algunos pueden confundir su verdadero “yo” con el rol/cargo que han ejercido. Más aún en nuestro espacio de sociedad gerencial, muchas veces competitiva y elitista. Cuando se pierde circunstancialmente el cargo, puede aparecer una crisis de identidad. ¿Cómo respondo al: “¿Y a qué te dedicas?”¿Cómo actúo ahora que no soy gerente? Dado que solemos definirnos por las actividades que hacemos más que por lo que somos, cuando quedamos sin empleo, sin el Rol, sin actividades de este rol que llenen nuestro día, sin decidir, sin dirigir, sin liderar… vamos a enfrentar un vacío. Y la duda… ¿Quién soy yo en el día, sin este rol?
¿Qué hacer en si aparece este miedo? Darle la bienvenida. Abrazarlo. Quererlo.
Y darnos cuenta que La Vida nos regala esta transición donde podemos ir al rescate de otros roles que es muy probable que tengamos descuidados… el rol de  padre/madre, el rol de pareja, el rol de amigo, el rol de ciudadano, el de hijo, ¡y el de uno mismo! Persona que disfruta de diversos espacios diferentes al trabajo… Es fascinante ver cómo los ejecutivos en transición a medida que avanzan en sus procesos van rescatando estos pedacitos de su ser y de a poco, construyen una autoestima más íntegra, basada en las experiencias que realmente importan. Una autoestima más sólida que la anterior. No basada en un cargo, ni en un Rol, sino en su verdadera integridad de su ser.

2. “La vergüenza, de estar desnudo”

Cuando estamos empleados salimos a caminar por la vida ostentando las ropas de nuestro cargo. Mientras más alto el cargo, más linda es nuestra corona, nuestra capa y nuestras joyas. Sin embargo, cuando enfrentamos una desvinculación podemos sentirnos que caminamos desnudos, sin ropa,  sin ninguna protección. Al cruzarnos en la calle con un conocido, es común que nos pregunten por nuestro trabajo y en ese momento sentimos que no llevamos nada puesto.
Bien, es momento de sacar del ropero nuestras verdaderas prendas. ¿Cuáles son estas? Darnos cuenta que el hecho de no estar ejerciendo el rol  no significa que he perdido las capacidades.  Sí, sigo teniendo las competencias, la experiencia, el conocimiento, y las ganas de ejercer el Rol.  Sólo he perdido el lugar donde lo ejercía… ¡y habrán otros! Estar sin trabajo es simplemente una situación temporal. Algo normal que a todos nos puede suceder. Las reestructuraciones son cada día más frecuentes, y la altura de nuestro rol gerencial, nos hace cada vez más riesgosos, más responsables y con menor plataforma de estabilidad. Mientras más alto subimos la cumbre, menos base de suelo tenemos, más rocoso, más viento y más frío en las alturas del rol. Cuando dejamos de tenerlo,  es un gran momento para discriminar cuáles son los vínculos humanos en nuestra vida, en los que integramos el rol y nuestra persona; y cuáles eran vínculos utilitarios asociados sólo al cargo, no a mi persona.
Muchos ejecutivos al finalizar un proceso de transición se sorprenden por reconocer que algunas personas que consideraban importantes no fueron capaces de responder a sus llamados y correos… mientras que otras personas, a la cuales casi ni se las consideraba, se mostraron comprometidos y dispuestos a ayudarlos. Retomamos la esencia de los vínculos, la reciprocidad de las relaciones, que se dan en el modo de comunicarse, desde la persona, en la generación de relaciones y contactos nutritivos aunque sean desde el Rol gerencial.
Mucho cuidado con confundirse con los atuendos que llevamos puestos… al final del día es nuestra propia piel la que nos viste… y en esto ¡somos todos parecidos!

3. “¿Y si quedo obsoleto?”

He escuchado esta preocupación al momento de quedar desvinculados y suelen pensar que puede ser una barrera para conseguir un próximo cargo. Es común pensar en esta dirección dado los grandes avances tecnológicos y la velocidad con que se mueve el mundo. Da vértigo a veces. Sin embargo, es importante distinguir entre sensaciones y realidades. Que una habilidad no la ejerza por un tiempo, no significa que la pierda. Es necesario ubicarse en donde estoy en esta sociedad chilena: generalmente he estudiado y/o realizado una exitosa carrera en una buena empresa… que además decide otorgarme el beneficio del outplacement, con cargos de nivel gerencial, en una buena situación socio/económico/cultural. ¡Sí, ahí estoy! Es necesario encontrar el contexto donde soy valioso como profesional, es ahí donde agregaré valor, y a la vez, darse cuenta de los gaps que tengo en relación a cargos deseables en el futuro.

Las transiciones laborales son un buen momento para ponerse al día con todos esos contenidos que antes no podíamos incorporar. Un buen autoanálisis profesional y personal, descubrir mis gaps de crecimiento, ir a seminarios, leer y hasta anotarse en ese curso que había quedado relegado al eterno mañana, conversar con otros profesionales… ¡Salir a ver qué ocurre en el mundo de mi profesión! Haciendo estas decisiones podemos borrar la “sensación” de quedar obsoletos, es más, transformarse en ser de avanzada y confirmar nuestra vigencia, autónoma e independiente.

Creemos profundamente que los miedos te hacen crecer cuando uno los mira de frente. Los miedos que uno enfrenta en un proceso de desvinculación no son nuevos, siempre estuvieron ahí, esperando el momento de salir a la luz. Es por eso que todo proceso de desvinculación es un gran ejercicio para superar y gestionar los miedos. Al finalizar el camino uno sale fortalecido… y profundamente agradecido de haber superado estos demonios y volver a estar trabajando donde quiero, ¡y muchas veces aún mejor que antes!

 

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